Leucemias agudas representan uno de cada tres cánceres infantiles #CDMX
* La citometría de flujo es una técnica que permite la detección y monitoreo oportuno de la leucemia.
Desafortunadamente, el 65% de los casos son diagnosticados en etapas avanzadas de la enfermedad y los cánceres pueden tener un pronóstico más favorable con una sobrevida más alentadora cuando los diagnósticos son realizados en etapas tempranas, para brindar el tratamiento necesario de manera eficaz y eficiente.
En el marco del Día Internacional del Cáncer Infantil, que se conmemora el 15 de febrero, el Dr. Pedro Arturo Zárate Rodríguez, médico hematólogo, jefe del Laboratorio Clínico del Hospital Central Sur de Petróleos Mexicanos y Coordinador Médico del área de hematología del Laboratorio Diagnomol, señala que “los síntomas más característicos de las leucemias en pacientes pediátricos son dolor de cabeza, fiebre, pérdida de apetito y peso, anemia, sangrados y moretones espontáneos, dolor óseo y cambios en la conducta habitual”.
Existen diversos tipos de Leucemias, pero son las Linfoblásticas agudas (LLA) las que se presentan con más frecuencia en los niños que tienen entre dos y nueve años; la leucemia mieloide aguda (LMA) es menos frecuente y se presenta entre los 4 y 12 años e impacta incluso hasta la adolescencia.1
Una de las pruebas de detección que más favorecen el diagnóstico oportuno es la citometría de flujo, “técnica empleada por los hematólogos que permite realizar un diagnóstico más preciso de las células que podrían estar enfermas, porque permite la medición de múltiples parámetros celulares para identificarlas mejor: tamaño, forma, complejidad, y expresión de las proteínas de sus paredes, indica el Dr. Zárate Rodríguez.
Esta tecnología otorga la ventaja de confirmar y clasificar las leucemias de acuerdo a las características de las células. El diagnóstico por la morfología y la confirmación y clasificación de las células por la citometría permiten pronosticar de manera más certera el curso del padecimiento, el tipo de tratamiento necesario para el mismo y evaluar el grado de respuesta que cada paciente va logrando, midiendo las células leucémicas residuales hasta, de ser posible, ya no detectarlas.
Con esta técnica se hacen pasar las células u otras partículas en suspensión alineadas de una en una por delante de un haz luminoso. Las señales luminosas detectadas se transforman en impulsos eléctricos que se amplifican y se convierten en señales digitales que son procesadas por una computadora.
En consecuencia, se asigna y grafica cada célula a un grupo específico, con el que comparten propiedades comunes. Una vez que las células de interés han sido distinguidas de los otros tipos celulares, se puede usar la inmunofluorescencia para determinar la proporción o el número de células que poseen un determinado marcador, por ejemplo, el que puedan expresar anormalmente las células cancerígenas.
La citometría de flujo, en detección de leucemias, otorga a quien la realiza e interpreta la prueba, información de las expresiones anormales respecto a las células normales que proliferaron pese a su inmadurez, causando cáncer.
Por otro lado, agregó “la citometría de flujo, la biología molecular y la citogenética son técnicas que brindan información relevante de la célula cancerosa o leucémica y por ello son complementarias. Este método debe estandarizarse, es decir realizarse siempre de manera igual y uniforme en todos los laboratorios de citometría que trabajen diagnosticando y clasificando las enfermedades hematológicas”.
Cada persona que pudiera padecer leucemia u otro tipo de cáncer en México debería tener acceso a una citometría de flujo. El papel que desempeña es muy importante, ya que permite llevar a cabo una evaluación y seguimiento constante de leucemias agudas, leucemias linfocíticas crónicas y otras enfermedades hematológicas; y la determinación de fenotipos propios de la población leucémica. Del mismo modo, se ha demostrado útil en el seguimiento de la recuperación inmune tras el trasplante de médula ósea y en el monitoreo terapéutico de los pacientes con dichos padecimientos, lo que conocemos como enfermedad mínima residual.