«Le tiras como niña». Autor: Víctor Hugo Hernández Cedillo.
«Le tiras como niña», un día escuché esa frase, justo cuando fallé un penal en la final de fútbol durante los juegos estudiantiles en sexto de primaria…
Ese gritó fue de aquel regordete portero que me cometió la falta. Lo hizo para burlarse después de cobrar mi tiro, el cual no llevaba la suficiente fuerza para entrar a la portería, justo antes de que se lanzara y lo sacara con sus largas manos. Lo que no sabía aquel niño, es que yo tenía una amiga muy apasionada al fútbol y que jugaba con nosotros. Era la especialista en tiros fuertes. A los niños nos emocionaba verla jugar, algunas niñas la criticaban. El maestro de educación física, que era nuestro director técnico y que representaba a la escuela, la metía siempre en los segundos tiempos, porque era la que resolvía los juegos. Con mi falla, el marcador terminó con la primera mitad empatada a ceros.
En la segunda mitad, al entrar ella, los niños del equipo contrario empezaron con las risas. La gente que estaba de espectadores iniciaron el bullicio. Cuando mi amiga tenía el balón en sus pies, nadie intentaba acercarse para quitarle el esférico, todos la veían pasar, quizá por pena o por sorpresa, pero pudo llegar al área contraria. Hubo uno que no le importó que fuera niña, el portero le llegó con toda la fuerza desmedida y le cometió penal. Mi amiga sin dolor, se levantó y muy segura agarró el balón y lo puso en el manchón penal. El portero con su sonrisa burlona, le dijo a mi amiga: «Ni me moveré, lo fallarás». Los ojos de ella, expresaban más que enojo…, orgullo. Al silbatazo del maestro, mi amiga le pegó al balón de tal manera que el golpe hizo eco. La bola salió disparada de una manera que se podía ver en cámara lenta, pero sólo en vídeo, porque en realidad ese tiro fue un ‘cañonazo’. Muchos supieron ese día, porque le apodaban: «la mata niños». El portero recibió el balón justo en el centro de su estómago. No le dio tiempo de mover ni las manos, sus ojos se abrieron más de lo normal justo en el impacto. Dijo que no se movería, pero no fue así, se movió para caer de rodillas y se puso a llorar. Al rebotar el balón, quedó libre, sin dudarlo entré y la empujé a las redes. Metí el gol de una manera suave e irónicamente le dije: «mira, la metí como niña». Después de eso, el partido y el show fueron de ella, metió tres goles y les juro que el equipo contrario le jugaba a tope. Al final ganamos y ella se llevó el reconocimiento. Cuando recibió su medalla por ser la única niña en jugar, la felicité y le dije: «algún día serás profesional», ella sonrió…
Con esta anécdota, abro esta columna. Este fin de semana, por primera vez después de varios años en que se dio la liberación femenina y en que la mujer llegó a cargos y en ámbitos casi impensables, por fin llega a México la Liga de Fútbol Femenil.
Era común ver a una mujer portar un jersey, asistir a las gradas o patear un balón. Era normal ver alguna fanática de cierto equipo cantar, alentar y hasta pararse de la silla e insultar al arbitro porque sintió que ensució el partido. Hasta hoy, se volverá normal ver que la mujer, ya tiene su liga…
La mujer está lista, no sólo para patear un balón, sino también está preparada para dar un puntapié a la discriminación. Las mujeres futbolistas han desafiado los estereotipos de género y se convertirán en inspiración de niñas, como modelos a seguir, mostrando al mundo, que tanto los hombres como las mujeres somos iguales. Quizá lo que haga ver diferente entre el fútbol de hombres al fútbol de mujeres, es que el masculino es un deporte que está viciado, no es un fair play auténtico, simulan faltas, se quejan de jalones, lloran por todo… y aún así, se le sigue mal viendo a la mujer, como el sexo débil.
Es inhumana e inaceptable la idea de negar el balompié al género femenino para su práctica y más, que se genere la idea que es únicamente es un deporte exclusivamente para hombres. No hay nada en este mundo que sea sólo de hombres. El fútbol da la oportunidad a la mujer, y la mujer lo sabrá aprovechar.
La sociedad machista, sigue viendo con ojos malos a las mujeres que se visten como árbitras o con un jersey de fútbol, -pero eso sí, las visualizan como objetos sexuales-. Sí visten de minifalda, las ven con buenos ojos. La mujer es aplaudida, sólo sí entra a la cancha como edecán.
El fútbol es un deporte hermoso, que nos llena de alegría, que nos alienta con su pasión, con sus poemas sueltos en cada gol, en cada jugada, con cada copa. Ese deporte que nos logra reunir, que nos hace gritar, saltar y brindar. ¿Por qué excluir la participación de la mujer como protagonista? Si la mujer le da vida a este deporte, le da color, pasión, inteligencia y sobretodo le da literatura al fútbol…
Ojalá que las futuras generaciones que viven, sueñan, y comen fútbol, no permitan que nadie, que absolutamente nadie les arrebate el anhelo de jugar. Que nadie les corte las alas, que nadie las excluya de vivir la pasión del deporte más hermoso del mundo. Sí mi hija deseara ser futbolista, yo sería su principal hincha. Sí a mi hijo le gustara el ballet, yo mismo lo alentaría a ser como Billy Elliot. Rompamos esas ideas retrógradas.
El fútbol es pasión, amor, lucha, sacrificio, imaginación y organización. Todas esas capacidades las reúnen las mujeres –en algún apartado en mayor medida que los hombres– el fútbol es un juego maravilloso que compartimos hombres y mujeres, los dos géneros sufrimos con las derrotas y disfrutamos con las victorias de nuestros equipos. No se tiene que dejar de ser femenina para disfrutar del deporte más hermoso del mundo, ni se tiene que ser hombre para entenderlo y analizarlo con precisión y objetividad.
Así que mujeres futboleras, existan por siempre… ¿Qué más da si tiras como niña?, porque tirar como niña, hoy es un privilegio que nos tocará presenciar…
¡Hoy las Damas Rojiblancas le ganan al atlas y los Caballeros Rojiblancos le ganan al azul!