LA VERDAD DE LA ESPERANZA

LA VERDAD DE LA ESPERANZA

ARENA SUELTA

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

La esperanza de este país (México), es la que vive en la gente que cada mañana se levanta y pone sus manos en el trabajo y con esmero realiza sus actividades deseando con ello mantener la posibilidad de una vida mejor para sí y los suyos.

La esperanza es el ánimo que guarda el enfermo para vivir, y el nombre dado a una mujer cuyos padres seguramente conocen de este sentir. No es una palabra vaga que se deba usar para engañar, comprar o persuadir las masas, pues es tan intrínseco, como muchos otros grandes afectos que nacen y habitan en los seres humanos, si no es que, incluso en los seres vivos.

Se podría pensar que solo las personas vivimos esperanzados en lograr cosas y metas, sin embargo, la comprobación la vivimos cuando atestiguamos a un can que espera a su amo, dejando escuchar de vez en vez un aullido, denotando que las ansias por ver a su familia humana no son pocas, y comprobando que no es propia la esperanza, de nosotros como personas, sino que más seres con vida, también la expresan, la sienten y la viven.

Sin embargo, la palabra esperanza, desde hace algún tiempo y hasta la fecha, la hemos visto en medio de grandes campañas publicitarias, en mitad de campañas e institutos políticos, tratando de hacerse de seguidores, buscando meterse a lo más profundo de nuestro ser, para manejar nuestras emociones, infundiendo rencores o alegrías, gustos y disgustos. El marketing político es un área que también se ha tratado de inmiscuirse (en muchos ya lo ha logrado) en dominar nuestra voluntad con la palabra esperanza, usándola casi siempre engañosamente, pues así como de pronto las cajas de los productos de perfumería suelen tener los colores más vivos y atractivos, o en los empaques se colocan leyendas enormes de más producto e incluso cuando intentan el engaño al poner un .99 a los precios para motivarnos a comprar aquello que no necesitamos, y que creemos que es la gran “ganga” , a algunos nos sigue pareciendo que la pereza mental no es ni será en todas o todos de porcentaje tal, para que nos vengan a ver la cara.

A lo largo de la historia de la humanidad podemos encontrar ejemplos de grandes estafas y engaños, y es casi obligado que bajo las condiciones en las que vivimos, la comprobación y las pruebas fueran más que necesarias para poder creer, pues los mitómanos que se queden con sus historias falsas, y los estafadores sean descubiertos y expuestos como tal, que no sigan intentando hacer más quienes con malayas vienen a calmar con un remedio todas las enfermedades.

La creación de institutos políticos con siglas que aluden a la virgen de Guadalupe o la palabra esperanza en algún eslogan con tinte electoral, no es coincidencia cuando los principios y fines que se persiguen son maquiavélicos, tampoco decir frente o todos, son reales o tienen sentido una vez que es revisada la historia de la burocracia de un país en donde se notan los rezagos y la falta de voluntad de los gobiernos en los pueblos y estados, para lograr el desarrollo o únicamente el beneficio de uno o pocos.

Debemos darle el valor las palabras y las cosas que las tengan, y sin cortapisa dejar de aplaudir al malo para identificar al bueno basados en las conductas laborales arduas y sinceras, propias e incluyentes, pues no se aspira a nada bueno cuando los líderes han sido probadamente tramposos en su vivir contraviniendo incluso la propia ley suprema que en nuestro país indica que “tener un modo honesto de vivir” y entre el bullicio se aplaude, mientras que se señala y se juzga a aquel o aquella que sin fin de lucro, se ha superado solo o sola y entrega el alma y poco más para su vida mejorar y la de otros abrazar.

La esperanza de México es no olvidar el pasado pero no dejarse llevar por el juguete nuevo o con quienes montados en un pedestal parecen sentirse Dios, antes debemos identificar el humilde, no por que lo diga sino porque realmente en ese modo vida, y apoyarlo y hacerlo fuerte, y no seguir construyendo y haciendo crecer a líderes de papel que venden la voluntad y ofrecen al mejor postor servilmente su persona sin antes recordar el carácter que nos legaron nuestros antepasados como hombres y mujeres de lucha, que si bien fuimos engañados, no nos volverá a pasar.