LA TRANSFORMACIÓN DE UNO MISMO
LA TRANSFORMACIÓN DE UNO MISMO
COMPARTIENDO DIÁLOGOS CONMIGO MISMO, DESDE ESPAÑA
(En ocasiones; nos ahoga la tristeza del yo, mientras nos acosa un espíritu enfermizo, que nos está dejando sin vías de entusiasmo).
I.- LA TAREA DE VIVIR
La vida se ensancha ofreciéndola,
y se achica reteniéndola para sí;
de hecho los que más la disfrutan,
son aquellos que se entusiasman,
por la tarea de darse y de donarse.
Este quehacer nos hace ilustrados,
en el justo hablar y mejor forjar;
a los pies de la perenne novedad,
que es lo que nos causa renuevo,
tanto de caminos como de andar.
No hay mayor afán y desvelo,
que desvivirse por vivir activo,
que verse vivo y plasmar misión;
que hallarse en continua salida,
y sentirse acariciado por el aire.
II.- PATOLOGÍAS DEL MOMENTO
Hay que precisar a tiempo el no;
no a una economía que excluye,
que anestesia y venera al dinero,
que confunde e infunde violencia,
como una fuerza y es un fracaso.
Cuidado con las órbitas estériles,
jamás nos conducen a buen puerto,
ni reconducen a sensible corriente;
uno ha de ser dueño y digno de sí,
y no perder la alegría de transitar.
Aquel ser que no sabe ser ni estar,
que tampoco percibe sus desdichas,
ni la miseria de su particular cruz;
ha de surcar el amor para quererse,
poder amarse y enmendarse al fin.
III.- EL BIEN Y LA BONDAD
Los tiempos germinan de lo vivido,
del don embellecedor de la jornada,
y de la bondad sembrada sin más;
es como se configura lo armónico,
y se conforma el lozano encuentro.
No ejercitar el bien, es corromper
la paz que todos ansiamos anidar,
triturar nuestro paradisíaco interior;
pues, con el corazón hecho pedazos,
será difícil reponer quietud alguna.
Vuelva a nosotros la piedad divina;
esa que alumbra nuestras sombras,
que nos dan expresión a los ciclos,
ofreciéndonos el asombro místico,
de brotar de Dios y a Dios florecer.
Víctor Corcoba Herrero corcoba@telefonica.net
28 de enero de 2022.-