ÍNDICE POLÍTICO: FRANCISCO RODRÍGUEZ ¡Todos queremos fuera a Olga! Pero…
Un conocido refrán mexicano –«lo que se ve no se juzga»– es certero como un balazo, dijera cualquier trovador de llanada. Se aplica siempre que se quiere decir que las cosas hablan por sí mismas, que no hace falta demasiado análisis cuando la verdad es prueba concluyente. Dígame usted si no.
La señora que se ostenta como secretaria de Gobernación es demasiado cara a nuestros impuestos para dedicarla solamente a asistir a los actos protocolarios y usurpar funciones, como la reciente encomienda a Japón, un asunto demasiado serio para una diletante.
Es demasiado onerosa para opinar con lenguaje de leguleyo o huizachero de quinto talón cuando de opinar sobre el período de mandato en Baja California y es dizque sorprendida por un aficionado que desnuda su poco estilo para arrastrar su investidura ante cualquier usurpador de las leyes escritas y de la Constitución mexicana.
El boletín aclaratorio emitido por la Secretaría a su cargo, de la que sólo quedan en funciones las relativas a juegos y sorteos, desnuda más su ignorancia y su culpabilidad. Habla de haber enfrentado «un esgrima jurídico» –ignorando el femenino del término «la esgrima»– violando hasta las reglas esenciales de la gramática.
Los negocio$ notariales de la señora “ministra en retiro”
Es demasiado ofensiva, cuando todo mundo sabe que su negocio particular, la cadena de notarías de su padre fallecido, ha sido utilizada para cachar todos los protocolos y negocios de fe pública del gobierno, provocando la irritación de los colegios de notarios que justamente se quejan de que acapara sus clientelas con el garlito de la oficialidad.
Es gravemente abusiva y desconocedora de los conflictos de interés al permitir que en sus despachos notariales se hayan protocolizado todos o casi todos, los asentamientos en libros de los negocios off shore en paraísos fiscales de ese prócer llamado Carlos Romero Deschamps, quien ahí ha oficializado sus maromas y entrambuliques. Todos, con el sello de la Cuarta Transformación, aunque se diga que lo busca Interpol.
Imagínese usted, la persona que debería ser o formalmente es, la jefa del gabinete legal y ampliado, y la que podría ser la sucesora del Titular del Ejecutivo si se presentara una ausencia, está metida hasta el hueso en esas insensateces. Claro, es «ministra en retiro» de la Corta ¿de Justicia?…
… pero eso ha bastado para encubrir sus negocios tequileros de rapto de marcas originales de la familia Orendain, los negocios encubiertos de los ministros en ejercicio y vaya usted a saber qué otras lindezas por el estilo. Pero la Cuarta Transformación la utiliza como enlace con los togados incorruptibles de ese changarro de mala muerte que es la SCJN.
La insensatez, la ignorancia y la impericia banderas de la 4T
La dichosa secretaria de Gobernación es un caso inexplicable. No sirve para algo, pero desnuda en cada proceder los actos y las políticas públicas de un régimen demasiado obstinado en sostener a costa de lo que sea todo lo que le haga daño. Aunque sea irremediable. Total, 30 millones de votos justifican toda sandez.
Lo que hizo la señora Sánchez Dávila en Mexicali puede ser la imagen simbólica de los apetitos de la Cuarta Transformación, que insiste en buscar por la vía del decreto ampliar el período presidencial a más de seis años, si antes no se deciden a cambiar el principio de no reelección, por otro que sea más acorde con su ambición.
La insensatez, la ignorancia y la impericia son las banderas del régimen. Ése que a querer o no, lleva año y medio destruyendo al país, porque no debe olvidarse que desde el primero de julio del 2018 tuvo toda la manga ancha para haber diseñado estrategias y programas de gobierno que hoy brillan por su ausencia.
De la Secretaría de Gobernación no quedan ni los huesitos
La crisis migratoria que se ha desatado desde las oficinas incompetentes de Gobernación y desde la estulticia de la secretaria, quien ha sido particularmente omisa en marcar rumbos y límites del desaguisado, es una muestra más de que la responsable vive en Babia.
Para quienes la conocen desde estudiante, el caso de la pomposa secretaria de Gobernación no es extraño. Un breve repaso de su vida señala que todos los cargos administrativos, judiciales, notariales y ministeriales se han debido a la habilidad de una secretaria de la oficina del papi, quien la salvó de todos los exámenes requeridos, de cualquier pregunta incomoda.
Al recortarle el 50% del presupuesto o recortarle todo, seguirá haciendo lo mismo: nada. De aquella oficina del palacete de los Covián que llevaba la relación con los poderes de la Unión, los tratos con los gobernadores, la tranquilidad del país, la observancia de las leyes, la gobernabilidad y la paz, ya no quedan ni los huesitos.
Gobiernito de un solo hombre. Sin secretarios del Despacho
Sánchez Dávila es el vivo reflejo de un gabinete revuelto e impreciso. Porque nadie se dedica a lo suyo, no hay disciplina, ni coordenadas. Los secretarios de Comunicaciones, Economía, Hacienda y Crédito Público, al servicio de los capitostes de Slim, constructores de todas las obras que puedan –si es que pueden– hacerse en el sexenio.
El secretario Salud, perdido en una maraña burocrática que desconoce y cuyas reglas no acepta. La secretaria del Bienestar, haciendo el papelote de no poder distribuir eficazmente los cheques de los programas sociales, hoy en descrédito. El del Medio Ambiente, no sabemos ni como se llama.
El fiscal General, exonerando delincuentes mayúsculos, sin saber ejercer la procuración en delitos graves, reducido a los asuntos de consigna; un tiburonzote sin dientes. El director de Pemex, quebrando cada día más a la empresa y abusando de los dineros populares en busca de crudo inexistente.
Y la secretaría de Gobernación, ¿a qué fregados se dedica? Un gobierno de una sola persona que no necesita del trabajo de nadie. ¿No será mejor que de una vez se vayan todos?
AMLO, como el perro del hortelano. Ni come ni deja comer
Porque para los perros que muerden la mano del que les quitó el bozal, vale más que recuerde al perro del hortelano, aquél que no come ni deja comer, y al que ya es tiempo de amarrar, antes de que nadie le haga caso.
La historia del gobernante incómodo, al que nadie obedece, mientras los demás actúan como mejor les conviene no es ajena al caso mexicano.
¿Qué necesidad de andar alardeando que a él nadie puede tumbarlo porque tiene mayor legitimidad que Francisco I. Madero?
¡A otros perros con ese hueso!
Y para eso, por cierto, no se votó por él.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Retomo el escrito de Carlos Lara publicado hace unos días en El Sol de México, publicado un par de días antes del desliz de Mexicali: “‘Hechos como los de Culiacán, las manifestaciones de campesinos, taxistas y la más reciente de alcaldes, han demostrado que Sánchez Cordero está ausente de todo, es una secretaría opaca que no ha desempeñado el papel que debería, sostuvo el politólogo y académico, José Fernández Santillán. Para Juan Ibarrola, experto en temas de seguridad y Fuerzas Armadas, Olga Sánchez Cordero ha abandonado su papel de gobernanza en el país. ‘Hoy, la ministra secretaria no tiene ese impacto, ya que todos los mexicanos estábamos acostumbrados a ver un secretario de Gobernación tomando el control, pero no lo vemos ahora.’ Mencionó que ante el vacío que se tiene, el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta, es quien ha asumido el papel de máximo operador político. ‘Hay una ausencia total por parte de la secretaria de Gobernación en el gabinete de seguridad. ¿Dónde queda la secretaria de Gobernación como parte integral del gabinete de seguridad? Y en la crisis de Culiacán brilló por su ausencia’. Los especialistas coincidieron que en el pasado, los secretarios de Gobernación solucionaban problemas de la vida pública del país, tenían el contacto directo con los gobernadores, con los presidentes municipales, con los actores políticos, pero hoy no se ve un papel relevante de quien está al frente de la dependencia.” + + + Pero ¿sabe usted qué es lo peor? Que todas las críticas en contra de la señora sólo sirven para afianzarla en el cargo por el que sólo cobra un salario, dado que el Presidente de la República “tiene otros datos”.