Índice Político: ¿Elba Esther los desestabiliza? ¡No manchen!
Francisco Rodríguez. La crisis de fin de sexenio ya no será como en el pasado. El avorazamiento de los delfines y de los mandarines sobre los restos del presupuesto, que provocaba las feroces devaluaciones, sequías monetarias y encarecimientos generales de los productos básicos, tiene tiempo que pasó. Sucedió durante todo lo que va del peñato. Es anecdótico.
Esas crisis eran unos cuentos de niños. La que se ve venir es más profunda, estructural, terminal. Se trata de las patadas de ahogado de un sistema avasallado por sus propios operadores, a punto de perder lo más preciado: la libertad personal. El terror que campea es uno de los indicadores inexcusables de este aquelarre.
Un aparato gubernamental podrido y moribundo es capaz de lo que sea por sól poder gritar ¡sálvese quien pueda!, antes de que los peores vaticinios le caigan encima a sus próceres, mandatarios, cómplices y acompañantes. Por eso las respuestas, salvajes y aterradoras que envían a la población no hacen más que sintetizar sus propias angustias.
El pueblo, encrispado. El gobierno, aterrorizado. Los medios de comunicación, haciendo los negocios de su vida, reproduciendo cuanto pasquín y buena nueva de mentiritas puedan hacer pública, a precios verdaderamente de lujuria y escándalo mediático. Nadie cuida proporciones. El timón a la deriva aconseja guarecerse en cualquier parte.
Miles de años de prisión quieren evitarse con el fuero
La última encuesta más o menos creíble entre las pagadas por Los Pinos y las oficiosas de algún mandarín de turno, señalan lo inevitable. Hay un puntero, un mediano que puede repuntar y otro que más valdría la pena esconder para no causar vergüenza ajena, el del tricolor. Un ciudadano poco favorecido por la naturaleza que vive noches y días de espanto.
La crisis económica es la de menos. Tenemos seis años de estarla padeciendo en carne propia. El Estado quedó desmantelado en sus áreas estratégicas, en su producción de divisas para pagar los altos sueldos burocráticos, y en su perfil internacional. El Estado de Derecho ya es cosa del pasado.
Pero la crisis existencial de la clase política –que tiene rasgos penales– es algo que jamás se imaginaron que iban a padecer. Por eso actúan sin norte, sin ton ni son, en busca de paraguas. Las listas de senadores y diputados plurinominales del partido oficial parecen listas de indiciados. Miles de años de prisión quieren evitarse con el fuero.
Los negocios, los trafiques de influencias, los moches a diestra y siniestra ya no alcanzan para todos. Debe haber aunque sea una pequeña bolsa presupuestal para afrontar los gastos de la carísima campaña presidencial prísta, que más valdría ya no hacer. El caso está perdido, desde que se anunció al candidote y a su equipo de operadores tecnócrata-políticos.
Atenco y Ayotzinapa, Tlatlaya y Tanhuato, de lesa humanidad
Los precios de los comestibles, de los combustibles y de los perecederos están por las nubes. Ya ni el Coneval puede dimensionar sus alcances, pues el asunto está realmente pavoroso. El peso se sostiene a golpe de maniobras especulativas de primaria que no aguantan un roce menor al que usted se imagine.
Los controles políticos del sistema sobre sus gobernadores ya están más que archivados. Nadie hace caso de las recomendaciones ni de las solicitudes de apoyo. Sus requerimientos para hacer candidatos a sus protegidos cedieron ante el peso de las que existen para cubrir a peces más gordos, que no deben hablar jamás.
Los expedientes de los crímenes de Estado emblemáticos del peñanietismo no pueden ponerse a resguardo, pues sus huellas de sangre quedaron estampadas en las conciencias nacional e internacional. Atenco y Ayotzinapa, Tlatlaya y Tanhuato, más una decena aparte, considerados de lesa humanidad, han dejado una impronta profunda que exige castigo ejemplar a los culpables.
Y eso no se puede borrar de un plumazo. Ni con boletines desangelados, aunque sean bien pagados. Hay una conciencia crítica que pide justicia, la que no pueden ofrecer los aparatos de procuración e impartición comprados por el mexiquismo para favorecer a los parientes, amigos, cuatachos y hasta cómplices de uno de sus validos, Humberto Castillejos Cervantes quien quiere sentarse a finales de este año en un sillón de la Corta de Justicia.
Los aparatos de seguridad en entredicho. Fuerzas Armadas, Ejército, Marina y policías federales complicitadas en la mendaz lucha contra el narcotráfico, están que no pueden medir el tamaño de los horrores causados con una letalidad asesina contra la ciudadanía indefensa como no se había visto en esta gran escala.
Presa política por defender a los maestros del ataque de EPN
La lucha contra la oposición no se libra en las plazas públicas, por más que sea el escenario natural para dirimir este tipo de diferencias. Se libra desde la fuerza del garrote, desde la amenaza de la cárcel y del terror. Se libra con lo único que tienen los pobres hombres y los infelices: sólo con dinero, del mal habido.
Sumarse a las causas del candidato puntero de los adversarios se considera una enormidad que debe pagarse con la reclusión y el confinamiento extremo, como sucede con el caso de la maestra Elba Esther Gordillo, presa política por haber expresado su inconformidad con el trato punitivo del gobiernito hacia el magisterio.
Independientemente de que jamás se ha sabido por cuál delito fue reducida a la cárcel — el expediente fue armado por el ahora titular de la Conade, Alfredo Castillo, primo de Humberto Castillejos–, de que jamás se observaron las mínimas garantías constitucionales en cualquier posible defensa intentada, de que jamás se le notificó cuál era la razón de la vendetta, el juicio torcido por las palabras claves de lavado de dinero y delincuencia organizada –las que podrían aplicarse primero a ellos–, únicas que conocen los instigadores a sueldo que la perjudicaron, no lograron convencer a la opinión pública de sus enjuagues legales para hacerle caer el peso de la ley pisoteada.
¿Ella sola puede hacer naufragar la paz en el territorio nacional?
Son las patadas de ahogado. Una vez que le fue reconocida la prisión domiciliaria, al ver que el pringao Meade no despunta, ahora se le aplica en su perjuicio un supuesto penal por tipos de ilícitos abrogados del panorama jurídico mexicano hace medio siglo. Los mismos delitos que el sistema anterior usaba para reprimir a los líderes sociales que lo traían de cabeza, que luchaban contra su cerrazón.
Disolución social, sedición, incitación a la rebelión, gritan a coro los jilgueros en el tribunal prefabricado y en los boletines reproducidos a mansalva por la prensa vendida. Ahora resulta que la maestra chiapaneca es un peligro para México, pues ella sola puede causar la desestabilización del Estado y hacer naufragar la paz en el territorio nacional.
¡No mamen!
Bajar a Meade… transar con el puntero… provocar un accidente
Al mismo tiempo, los estrategas de Atracomulco se encierran a piedra y lodo en Los Pinos para revisar sus recetas impostergables: bajar del caballo al pringao Meade, ofrecer sus apoyos a cualquiera de los punteros, pactar en lo oscurito una transición sin resultos penales, ofrecer maleta$ a discreción para bajarle el gas a los tamales.
También, ¿por qué no?, pensar en algún accidente que pueda ocurrir como una señal milagrosa que consolide la lucha del tricolor en pos de la investidura, a como dé lugar. Ya no pueden pensar en el atentado, pues el aparato en funciones no tiene la fuerza ni el apoyo del exterior para salvaguardar a los sicarios que escoja.
Por todo ello, no estamos ante la crisis de fin de sexenio, sino ante la crisis terminal de un sistema agotado y debilitado por los mismos que se beneficiaron a todo trapo de sus deficiencias, de sus resquicios, de sus indefensiones ante los bandidos llegados de Atracomulco.
Es su suicidio.
¿Quién podrá salvarlos de ellos mismos?
Índice Flamígero: De mal en peor estamos cuando los aspirantes a jueces de distrito violan la ley y muestran su carencia de ética al robar y comerciar el contenido de los exámenes que les aplicarían para obtener no el honroso cargo sino la pinche chamba. De los jueces en activo, ¿cuántos de ellos llegaron así a los puestos? ¿También los «de consigna»? ¿Por eso los obligan a ir en contra de todo principio legal y jurídico? Ya se decía hace un par de días en este espacio: «…el Informe del World Justice Project igualó la calidad mexicana de su Estado de Derecho con los ‘inmejorables’ índices logrados por Sierra Leona, Liberia y Kenia, todos países del Subsahara. Asimismo, ubicó el sistema de justicia penal por debajo de Uganda, Costa de Marfil y Zimbabue. Y para rematar el día, en corrupción, por debajo de Honduras, Nigeria y Paquistán ¡Qué bonita familia! Cifras cercanas al submundo, del que jamás podremos salir, si insistimos en no ponernos de acuerdo sobre definiciones esenciales. Si no acordamos de consuno en que el problema está en la corrupción galopante.» + + + A este respecto, don Guillermo Bernal Franco escribe: » De los países de América Latina, México y sus ciudadanos han sido los más agredido por sus propios políticos que, al llegar al poder, se convierten en sus enemigos. Esto es a consecuencia de la larga permanencia en el poder de los corruptos como ha venido sucediendo con el PRI. La perpetuidad del PRIgobierno en la presidencia ha dañado gravemente a la democracia hasta convertirla en letra muerta. La trillada alternancia del poder ha sido toda una vacilada que nadie se la traga, pues el PRI y el PAN son lo mismo. El juego es de que se quita uno para ponerse el otro, pero tal parece que les vale un bledo que en el mundo tengan al gobierno mexicano como el más corrupto y cínico, que sólo les importa enriquecerse a manos llenas como verdaderos salvajes que en estampida se jalonean para llegar a las arcas del Estado y llenar los bolsillos. Es tal el grado de descomposición de la clase política que encabeza el PRI, que se atreve a decir Peña Nieto, que se debe reconocer las obras buenas del gobierno. Yo me pregunto ¿por qué el pueblo debe hablar bien de lo que es obligación del gobierno realizar?. ¿Cuando el gobierno consulta al pueblo de cuánto dinero puede disponer? Nunca. Haciendo comparativos con otros gobiernos en el mundo, en México se pretende ocultar el despilfarro y el robadero de dinero con la difusión en los medios como la prensa vendida, radio y televisión de las obras que realiza el gobierno, como si tratara con descerebrados o idiotas, pues bien sabemos que en esas obras se gastó diez veces el costo real de la obra. moches, arreglo de contratos amañados y una serie de patrañas que ya nadie se las traga. Ya estamos hasta la madre con tanto pinche ratero que tiene al pueblo en la miseria. Sigue subiendo el gas y la gasolina los precios de los alimentos están por las nubes y todavía quieren que nos humillemos. ¡Ya basta !»
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