ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
La muerte del “charrismo” sindical ha sido decretada
Los abominables delitos de disolución social, incitación a la rebelión, motín y demás yerbas –desaparecidos de la legislación penal gracias a las repercusiones del movimiento del ’68 que luchó de frente contra la cárcel a presos políticos– fueron más que tipos penales vigentes durante toda la etapa de consolidación del PRI como partido hegemónico.
Fueron los pilares inmarcesibles de la represión selectiva contra los líderes sociales obreros, agrarios y sectoriales, a quienes acallaron a punta de bayoneta y frío de mazmorras. Fueron también los mejores sustentos del charrismo sindical y del empoderamiento absoluto de una clase empresarial abyecta.
Fueron los responsables también de la absoluta pérdida de representatividad del partido en el poder. La causa inmediata e ineludible que fortaleció la dependencia estructural del capitalismo salvaje y la declinación de la lucha de clases en favor de las mayorías sedientas de justicia que ya han decidido los nuevos rumbos del país.
Los delitos en cuestión, que todavía persisten en otras latitudes al servicio de monarquías infames, causaron el efecto esperado: el derrumbe histórico de los partidos en la cúpula del sistema, siendo que se aprobaron para su permanencia. En México, el charrismo sindical lleva el estigma del apodo del primer dirigente abyecto del alemanismo, El Charro Díaz de León.
Con EPN, el outsourcing acabó de matar los derechos obreros
Una generación de infames que convirtieron la política, que siempre fue la religión laica del Estado, en un juego de mentecatos, tramposos y agachados, que remató con la aprobación de la legislación nylon outsourcing de Peña Nieto, atentatoria contra todos los derechos de sindicación, contratación y defensa de los derechos obreros y agrarios.
El surgimiento de empresas fantasma para cubrir grandes lavaderos de dinero, que utilizan la vía del outsourcing para contratar subrepticiamente a núcleos de trabajadores free lance, indefensos ante los caprichos de los patroncitos, ha consolidado como el sindicato más fuerte de la CTM, al impresentable sindicato de empresas de servicios.
El mismo ente que, a nombre del movimiento obrero organizado y con cachuchas nuevecitas de la empresa Bimbo, destapó y arropó la candidatura priísta de José Antonio Meade Kuribreña en el auditorio del edificio cetemista. Así les fue. No resistieron el primer mitin popular. Jamás acreditaron más de una cincuentena de aplaudidores. La vergüenza de siempre.
Lo que queda del priísmo y de sus alianzas partidistas es sólo un fantasma burlón, un dolor errático, una simple quimera que cree poder espantar con cualquier petate del muerto que escoja. Pero lo que sí queda es su legado: la sociedad pastoril, la aldea dependiente, el patio trasero, y la sed de represión antisocialista.
“Charrismo”, al servicio de oligarquías ajenas a las causas nacionales
Los obsecuentes líderes del sistema alemanista, apapachados hasta la náusea por el sistema, se ganaron el remoquete de «charros» porque fueron los herederos de las peores conductas esquirolistas, delatoras y reventadoras del mal recordado Charro Díaz de León, campeón de los chaqueteros, hijo predilecto del alemanismo entreguista.
Los peores rasgos del autoritarismo de las centrales obreras fueron adoptados igualmente para el control del sector campesino, y de las líneas para lograr idénticos resultados entre las clases medias, hoy atiborradas de sicarios y ejecutores premiados con liderazgos por el aparato político fallido del antiguo régimen.
El sistema de partidos afines al priísmo fue el testimonio de un aparato al servicio de oligarquías criollas ajenas a las causas de la Nación. Un aberrante mecanismo carcelario y represor de prácticas abiertas contra la libertad. Partidos que con el apoyo de los trastupijes publicitarios y los presupuestos públicos no pueden juntar ya más que un puñado de votos cautivos.
Un vetusto aparato de partidos afines que hace mucho dejó de ser la maquinaria aceitada que presumían sus beneficiarios. Cuando se le acabó el gas, tuvo que recurrir al tolete y a la mazmorra. En buena hora surge el pronunciamiento del nuevo régimen para finiquitar lo que resta del charrismo sindical y agrario. Cae como agua de mayo.
Permanencia de octogenarios, merced a la corrupción política
Las fatídicas tomas de nota que hoy extiende cualquierfruncionario de medio cachete de la inspección federal y local del trabajo tendrá que pasar al anaquel de las viejas desgracias. De hoy en adelante, toda dirigencia sindical auténtica que pretenda dirigir trabajadores deberá contar con la votación auténtica de la asamblea.
Deberán recortarse las uñas de los jerarcas de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, así como las de las Juntas de Conciliación y Arbitraje y las de los jueces, magistrados y ministros de la judicatura completa del país. La cuarta transformación debe empezar por la honestidad, si no, no podrá llegar a ningún lado.
Ferrocarrileros, maestros, electricistas, telefonistas, petroleros y universitarios esperan en la antesala de las decisiones. Una cauda de vividores que no tienen nada que hacer al frente de los sindicatos emblemáticos de la Nación, los charros sindicales están por pasar a cuchillo.
Octogenarios que han permanecido a contrapelo y gracias al favor de la corrupción política organizada durante décadas de oscuridad obrera están al pie de la guillotina: Víctor Flores, el que ha comerciado hasta la chatarra rielera; Carlos Romero Deschamps, el traficante del petróleo y el huachicol…
… Francisco Hernández Juárez, el delfín protegido del magnate favorecido por el sistema, Carlos Slim; Juan Díaz de la Torre, el espurio y gris dirigente de los trabajadores de la educación; Joel Ayala, cacique de la SSA y de la FSTSE, protegido de Gamboa Patrón, todos pendientes de su reelección pueden pasar a mejor vida. La Voladora anda suelta, y ésa no admite componendas.
La mafia de líderes sindicales que controla las mayores reservas de las fuentes industriales de empleo, más la casta de empoderados financieros y burócratas de cuello duro, son el superficial espejo de la desgracia nacional. La que amenaza perpetuarse a base de desplegados carísimos y arrepentimientos hipócritas en favor de la clase obrera y campesina.
Son los principales culpables de la prostitución política, social y financiera. en la que se encuentra nuestro bolseado y desprestigiado país.
Afortunadamente, eso se acabó. Millones de mexicanos votaron por detener los atracos a una sociedad hasta la madre de sus codicias, entrambuliques y traiciones.
Seamos por primera vez serios ante la historia. ¡Muera el charrismo sindical y la hipocresía social de los líderes rateros!
¿Está usted de acuerdo?