El presidente que quería ser gobernador. La diputada que quería ser presidenta
El presidente que quería ser gobernador. La diputada que quería ser presidenta
Arena suelta
Por Tayde González Arias
Cuando los ideales de los partidos políticos se hicieron a un lado para privilegiar los intereses que sólo el poder por el poder encumbra, se dañó tanto a la política, que llevó a simpatizantes y militantes a un extravío parcial y a veces total al no saber qué son, o los intereses que persiguen, incluso si su ideología corresponde a la derecha a la izquierda o al centro con todos sus matices.
El auge de las campañas políticas ha dejado ver en sus peores expresiones, agresiones verbales y físicas, y han sumado ya, cientos de muertos o asesinatos contra precandidatos, candidatos e incluso autoridades electas, manchando con sangre la democracia mexicana, y bautizando o confirmando la atroz, salvaje e inmadura manera de hacer política en la nación azteca.
Aunque es grave lo que pasa en la
política mexicana, América latina, tampoco ha estado alejada de remedos democráticos que hasta la fecha siguen teniendo a la población amordazada, atada para tomar libertades y sometida a los intereses de los grupos de poder que se han hecho del cargo público a la buena o la mala. Ahí tenemos el Partido Socialista Unido de Venezuela que junto con los partidos Unidad Popular Venezolana. Movimiento V República, Liga Socialista, Movimiento por la, Democracia Directa, Independientes por la Comunidad Nacional, Movimiento Independiente Ganamos Todos, Corriente Marxista Internacional y que desde su fundación en 1998 por Hugo Chavez Frias, han sometido a Venezuela a su gusto y conveniencia, al igual que el Partido Comunista de Cuba, a los Castro o el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua que ha estado en el poder desde el años 2007.
Sin embargo, no podemos caer bajo ninguna circunstancia en el dicho de que otros están peor, pues bajo la premisa de que cada pueblo tiene el gobierno que merece, debemos abrir los ojos y la mente para no permitir que la historia nos vuelva a alcanzar y volver a mantener por 70 años a un partido y sus candidatos impuestos a dedazo que representan todo menos los intereses y la representación de las mayorías.
Hoy tenemos presidentes municipales frustrados que querían ser gobernadores, y diputados que querían ser alcaldes, de que si sumamos la falta de principios de los partidos que los llevaron al poder, y sus sueños no alcanzados para lo único que alcanza es para representantes sociales que les gusta salir en la foto, que han decidido seguir montados en campañas mediáticas hasta alcanzar su anhelado puesto, pero que medio gobiernan o medio legislan y sumen en el retraso a sus pueblo o distritos a los que apenas voltean a ver.
No tienen razón de existencia los partidos políticos que ponen a diestra y siniestra candidatos que no tienen en la teoría y en la práctica identificación con las causas sociales. Deben desaparecer no sólo los institutos políticos que se cuelgan de otros para sobrevivir como lo hacen las plantas parásito sino aquellos que, enarbolando supuestas causas o necesidades, siempre engañan a la gente usando a personajes de la farándula para atraer votos. Y han de crearse nuevas formas de hacer política, de tal suerte que sólo compita el mejor perfil y gane la integridad y la vocación de servicio.
La dignificación de la política como el triunfo de un candidato, corresponde a la ciudadanía, que conscientemente deje de votar por la más bonita o el más guapo, que inhiba la compra de su voluntad y que impida que los mismos sátrapas de siempre continúen bajo la ubre del dinero público.
No se debe seguir creyendo que sólo puede participar en una candidatura el que puede pagar una campaña, ni se debe extender la mano para después ir a entregar la credencial de elector, en concordancia con la dádiva recibida, pues son tantos y tan graves los problemas, que sólo el pueblo sabe sus dolencias, y por lo tanto ha de ser su acción sabia la que permita que lleguen a representarlos los que ellos elijan,