«Dignidad en pedazos»
Ayer en la noche durante una cena con algunos amigos de la universidad, para VARiar, salió el tema del fútbol. De los seis amigos que estábamos reunidos, solamente uno es el que le va al américa. Él, antes de iniciar la carrera era un tipo de esos que defiende los colores de su equipo a muerte, de los típicos borrachos tercos que no entienden razones. Después de terminar la carrera, se volvió serio y callado, eso sí, bueno para la fotografía.
Los años, el estudio y la experiencia, lo hicieron dejar de ser tan apasionado por su equipo, pero no porque el fútbol sea algo malo, sino porque con la madurez, se fue dando cuenta que apoyar ciegamente a un equipo como lo hacía y con la sucia historia que tiene ese Club, simplemente era algo que daba risa.
Un día en la clase de Análisis de Contenido, el profesor nos hizo una pregunta que nos sacó la risa a todos, mi amigo solo agachó su mirada…
«¿Cuál ha sido la mejor telenovela que ha hecho la empresa televisa?, ¿Cuna de lobos, Rosa Salvaje o Club América?»
Entre la incertidumbre de saber si la pregunta era capciosa, yo respondí que era la última opción. El maestro pidió que le diera las razones, y esto le respondí:
Bueno, profesor. Yo pienso que cuando el dueño de televisa, dijo que haría televisión para jodidos, se refería a que iba a crear una telenovela de ciencia ficción, la cual sería por tiempo indefinido. Que la inyectaría en la conciencia de la gente, en especial, en algún sector de la sociedad con poco acceso a la información, y que ellos sí la consumirían de manera ciega. El maestro sonrió y añadió: «Televisa es el cáncer de la sociedad».
Mi amigo tuvo que aguantar todo lo que nos decían los maestros cuando hablábamos respecto a esos temas. Le admiré que los cuatro años que duró la carrera, aguantó críticas constructivas, argumentos sólidos, teorías, análisis, todo. Pero ahí mismo descubrí que él, «no era del América, le va». Sí, que es de esos que apoya a su equipo por tradición, no por convicción. Qué le fue heredado los colores más a fuerza de que de ganas. Su familia se lo inculcó, pero le costaba salirse de ahí, de lo tradicional. Decía que no le podía fallar a su familia. Esto lo supe poco antes de que terminaramos la carrera. Un día ya no se aguantó más y gracias al alcohol, se abrió y nos confesó lo que sentía, lo que guardaba. Ninguno de nosotros lo culpó, ni lo juzgamos. Era un secreto a voces. Es por eso que cuando se hablaba de esos temas, él no participaba. Permanecía callado. Ya no llevaba su playera del américa a la universidad, y para serles sincero, fue el único ser humano que ví con algo así puesto dentro de una escuela.
Pero ayer en la reunión, después de tantos años que dejamos la universidad, llevaba puesta su playera amarilla, todos sabíamos que era porque su equipo iba a jugar una copa «molera», y su familia lo había obligado a ponérsela. Pero aún así, asistió. Ya con varios tragos de tequila, se liberó de nuevo. Enojado por su derrota, nos dijo lo siguiente: «Nos tienen envidia porque mi equipo sí es grande».
Pensé que los años de universidad le habían hecho cambiar, pero no. La familia una vez más lo absorbió. La televisión hizo su trabajo y le quitó lo aprendido.
Yo lo detuve inmediatamente antes de que empezara con su típico «ódienme». Le dije:
«Mira, amigo. Por el aprecio que te tengo, no puedo aceptar tus argumentos. Sí, no dudo que tu equipo ha tenido grandes partidos, grandes figuras, que tenga casi la misma cantidad de aficionados que Chivas, y que últimamente esté peleando en finales. Pero desafortunadamente para ustedes, la historia no empieza del 2015 a la fecha. Esto lleva años. Ustedes creen que ya por los últimos años se va olvidar el pasado, no. Eso jamás. Sí, no dudo que algunas finales han sido por méritos propios, pero muchas otras no, y te he enseñado las pruebas como el vídeo que dejaré es esta publicación. Decir que el América es grande por lo bueno que ha hecho en los últimos tiempos, es caer en el error. Aceptar la tranza. Callar la injusticia. Sería casi como el Síndrome de Estocolmo, enamorarme de quién tiene secuestrado el fútbol mexicano. Es como tolerar el robo. Decir que el ratero robó el banco porque tenía hambre, o que el violador lo hizo porque fue provocado, o que el golpeador de mujeres tenía justificación. Y no. Simplemente no. Al menos yo no voy a aceptar algo que no es. Nos hemos acostumbrado tanto a las injusticias y a los robos, que ya lo vemos de forma común y lo toleramos. No denunciamos. Todo esto tiene una historia, no solo es de un tiempo a la fecha. No me digas que un equipo es grande solo por lo conseguido en los últimos años. Un equipo grande tiene toda su historia impecable. No me vengas con eso, por favor. No me hagas decirte cosas que no debo».
Hubo un silencio incómodo. La música y los brindis siguieron. Mi amigo se fue al baño y mientras caminaba por el pasillo, ví como de su pantalón se le iba cayendo poco a poco en pedazos su dignidad…