“DICHOSOS LOS QUE NO VIERON, Y SIN EMBARGO CREYERON”
“DICHOSOS LOS QUE NO VIERON, Y SIN EMBARGO CREYERON”
ARENA SUELTA
POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS
¿Vale la pena poner todo en duda, o creer que todo es un complot?, parto de esta pregunta porque estoy absolutamente convencido que es valiosa la falsación, es decir, es importante poner en tela de juicio lo que nos digan, vale la pena además, en ocasiones también preguntarnos que si es o no real alguna afirmación, juicio o noticia, pero como decimos en México, mientras son peras o son manzanas, bien vale la pena ser precavidos, tomar medidas de cautela y evitar las imprudencias o los actos de irresponsabilidad, sólo por comprobar si algo es o no cierto, o en el peor de los casos por creernos con super poderes y por consiguiente ser inmunes a cualquier amenaza.
Muchos hemos escuchado que la fé mueve montañas, pero aún en la fé, la compañía de la oración o los momentos de guardar, refuerzan ésta idea, por lo que para que algo suceda se necesita del impulso, que va más allá de las ganas, para que pueda
acontecer lo que se desea. De ese modo, esperar sentados a que un árbol crezca sin el menor cuidado, sólo hará que la planta se seque, y que su nacimiento y crecimiento sean vanos.
Frente a la contingencia que estamos viviendo, no veo más que dos tipos de ciudadanos, los que procuran hacer caso a las autoridades, respecto a las medidas de salubridad, y aquellos que creen que es falsa alarma o que se trata de una jugarreta de los poderes económicos y de las grandes potencias mundiales, siendo éstos últimos a los que me dirijo en los primeros párrafos de ésta participación, y a quienes dando el beneficio de la duda, les diría, ¿acaso no tienen el suficiente poderío sobre el mundo los plenipotenciarios gobiernos más ricos de hacer uso de armas biológicas, o esparcir cualquier tipo de mal?, en la respuesta se encuentra también la posibilidad de idear un pensamiento que nos haga razonar, respecto a dos cosas; una, cuidarnos y mantener todas las medidas necesarias porque así como en la historia de la humanidad han pasado epidemias que mataron a miles de hombres y mujeres, y ahora también está pasando, y más que podría incrementar, y dos, que tal, que mientras comprobamos su inexistencia, mejor evitamos la confusión y dejamos que sean los especialistas los que nos guíen, de modo que dejemos de mostrarnos como sabios absolutos o comunes irresponsables.
Considerando que hay personas que quisieran quedarse también guardados en sus hogares cuidando de su familia, evitando el contacto con los demás y previniendo la enfermedad, y que entre ellos se encuentran médicos, enfermeras y enfermeros, o personal de la milicia, solo por mencionar, mismos que sin embargo deben salir a las calles y a los hospitales a atender a los demás, con los que no guardan parentesco alguno o consanguinidad, es justo que los que si pueden y debieran estarse guardando anden por la vida exponiéndose y exponiendo a los demás, ¿no es acaso esta muestra, más de egoísmo que de solidaridad?
Si para algunos la cuarentena, de quince días, que se ha impuesto frente a la nueva enfermedad por ser medicamente el periodo de incubación del virus, sólo se trata de una estrategia orquestada por los poderes económicos, respeten a quienes consideran que si es un tema delicado y de cuidado, lo mismo que aquellos que creen que con amuletos o con su moral pueden detener cualquier mal, no sean tan egoístas, y respeten a los pocos o muchos que ya han muerto, que se encuentran infectados o que se pudieran infectar y que lo pudieron o lo pueden evitar.
Ni el mundo, ni el país, se encuentran en condiciones, para una nueva división, tampoco es el objeto de éste escrito el que todos piensen igual, pero siendo democráticos, debemos respetar cada pensar, y en el tema tan delicado de salud que se puede presentar, sin caer en los excesos como lo son la psicosis, el pánico o el desdén, hemos de procurar que se viva la pandemia con cuidados para quienes así lo creen y con cautela para los que aún no les parece que sea un asunto real.
Como en otros tantos temas, el tiempo nos dará la razón, sólo no olvidemos que cuando se trata de preservar la vida las milésimas de segundo cuentan, y valen mas que cualquier tesoro que podría existir. Una vez que la vida se acaba no hay vuelta atrás, y a nadie le hace mal usar antibacteriales, lavarse las manos, estornudar en el ante codo o saludar con un simple “hola”, de hecho hay tantas manera de dar un saludo que experimentarlos has nos podría agradar. No nos ahoguemos en un vaso de agua, pero tampoco seamos del todo incrédulos, recordemos aquella premisa bíblica que indica claramente – Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron- y que continua diciendo – Felices los que confían en mí sin haberme visto-.