CONSIENTES
CONSIENTES
ARENA SUELTA
POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS
El cambio climático no apareció de un día para otro, lo fuimos creando nosotros mismos, en gran medida porque hemos estado equivocados en la forma de vivir, hemos creído que es importante estar a la vanguardia, y que la vanguardia es un centro comercial iluminado, que lo que está en los aparadores es lo mejor, o que hasta la fruta viniera en bolsas de plástico y se viera colorida y brillante.
Lo que es realmente vanguardia, es poder salir de nuestras casas, y poder cortar nosotros mismos nuestros alimentos, mismos que sembramos, cosechamos y consumimos.
La vanguardia es lo orgánico, es un lujo hoy día, saber la historia que nos comemos, en gran medida por eso la comida mexicana es patrimonio intangible de la humanidad.
México es uno de los diez países más mega diversos del mundo, y somos el centro de origen de la vainilla, el cacao, diversas variedades de frijol y del maíz, nosotros creamos el chicle, varios chiles y el aguacate. Definitivamente no tenemos por qué seguir siendo un país pobre, tenido tanta riqueza.
Con lo que nos alimentamos tres veces al día, también sentenciamos o transformamos al
mundo. El problema comenzó posiblemente cuando dejó de ser valioso el oficio del campesino, del agricultor, y le dimos más valor a lo industrializado, aunque con ello también estábamos sentenciándonos, y entregando nuestras vidas al cáncer, la diabetes, la hipertensión, la obesidad, entre tantos otros males que en la actualidad nos aquejan.
Cuando se abandonó al campo, y se permitió que resurgieran intermediarios o el coyotaje, en el momento en que se desprotegió al agricultor, al no hacer justicia la revolución Zapatista, que dictaba que la tierra era de quien la trabajaba, pero a la vez obligaron a cientos de campesinos a abandonar sus tierras y cultivos para irse a las ciudades a buscar una supuesta mejor vida, ahí se sentenció México y América Latina, tal vez por la conveniencia de la industria, posiblemente por la despensa economía que podían recibir los gobiernos que desde entonces, hicieron ver que trabajar la milpa no era redituable y comenzaron a suplir la yunta por el tractor, que no podía pagar cualquier hombre rural, viéndose orillado a abandonar las tierras.
Hoy seguimos igual, el mismo sol inclemente, y el mismo canto del grillo, las barrancas estancadas y dentro de esa agua sucia toda la sed del pueblo campesino, que si acaso, de vez en vez se anima a sembrar. El Gobierno Federal en turno ha hecho llegar semilla que no es apta para la siembra en varios de los lugares de destino, el precio de la cosecha está por los suelos, y en general, no hay garantía de que quien cultiva pueda bien vivir de eso, es una moneda al aire, crecer una milpa o cosechar la huerta.
Es tiempo de comprender que la vanguardia está en el campo y lo orgánico, que la modernidad radica en que el agua de los ríos vuelva a estar limpia. Debemos comenzar dignificando al campesino y sus condiciones en las que vive y trabaja, y reeducar a las niñas y niños, con una filosofía del respeto a la naturaleza, infantes que aprendan a cultivar sus alimentos, para que comprendan el proceso, y veneren lo que se llevan a la boca, consolidando éste reforzamiento mental a temprana edad, difícilmente seguiremos formando asesinos o suicidas, pero es responsabilidad de todos, sociedad y gobierno.
Tener pertenencia con la tierra es esencial para elevar un espíritu libertario y la calidad humana, no conocer lo esencial que son los animales y las plantas que nos rodean, no hace ser brutos y salvajes.
Todo trabajo es digno, si es legal, pero el del cultivar la tierra, es en sí actividad esencial, y lejos que con la pandemia que sacude el mundo, nos alejemos del campo, antes debemos saber que una de las formas por excelencia para prevenir cualquier enfermedad es tener una alimentación con una alta calidad nutricional, misma que se garantiza con los huertos de traspatio y el cultivo en cada hogar o espacio que con técnicas de composta y sin fertilizantes químicos, se pueda volver a la comida gourmet, de vanguardia, y de moderna