BALCONEANDO
14 de Junio de 2019/ Francisco Rodríguez
Encuesta de gobernadores: cuánto pagas, cuanto vales
De vez en vez circulan en las redes sociales supuestos sondeos de opinión que ofrecen el posicionamiento de todos y cada uno de los gobernadores. Desde el que, dicen, está mejor posicionado frente a sus ciudadanos. Y, claro, el que es reprobado por sus gobernadores.
La tendencia es periódicamente similar. Muy pocos ascienden en esa pretendida encuesta. Al contrario, se ha observado que algunos de ellos descienden en el ranking.
— ¿Por qué estás tan mal evaluado en la encuesta que está circulando ahora por WhatsApp –pregunté hace unos días a un mandatario estatal que acudió a la capital nacional a la reunión convocada por su partido, el PRI.
— Sinceramente –respondió– porque no pagué los dos millones de pesos que me pedían para evaluarme mejor. Y si no me crees, pregúntale a Alfredo del Mazo cuánto le pedían a él, cómo fue que los mandó al diablo y el porqué, entonces, sale tan mal rankeado.
Los señalamientos son graves. Delicados. Una suerte de chantaje sistematizado que confirma, una vez más, que ciertas empresas de dizque estudios demoscópicos no subsistirían de no ser por los embutes que descaradamente solicitan a quienes se convierten en sus víctimas.
Regular a las encuestadoras «patito»
Hace casi una década, dos encuestadores consolidados como lo son Roy Campos y Gisela Rubach fueron entrevistados en relación a la proliferación de las empresas «patito» o fantasma y coincidieron en que regularlas es algo complejo.
Rubach Lueters aseguró que eliminarlas sería afectar la libertad de expresión, además de que estas empresas han sido consideradas como un instrumento necesario.
Roy Campos dijo que no hay manera de castigar a estas empresas, más vale que en términos de mercado se castigue a las malas encuestadoras.
Aunque es difícil regular a las empresas que surgen en cada proceso electoral, ambos expertos coinciden en que afectan la imagen de las compañías consolidadas.
Las encuestadoras fantasmas dañan el prestigio del método. El ciudadano después sólo se queda con la idea de que las encuestas lo engañaron y que no sirvieron . Más vale que en términos de mercado se castigue a las malas encuestadoras, comentó Roy Campos.
Recordó que algunas de las encuestadoras que participaron en los procesos electorales de los años 2000 y 2006 ya no publicaron en 2010. El mercado las castigó, porque ya no las contrataron , afirmó.
Sobre la forma en que el ciudadano puede detectar cuál es una encuesta «patito» o fantasma, el experto en estudios de mercado reconoció que no hay manera de ubicarlas, sólo se podría saber si es buena o mala, ubicando el nombre de quien la firma
Algo similar debe hacerse en el llamado mercado periodístico.