Autor: Víctor Hugo Hernández Cedillo: Lo mejor del último debate
El pasado martes se llevó a cabo el tercer y último debate de los candidatos postulados para la presidencia de México.
Esto nos trajo un debate gris, con propuestas flojas a la hora de explicarlas. Repetidas frases trilladas, utilizadas en sus spots, intercambio de acusaciones, sueños guajiros sin metas claras, fue pan con lo mismo…
Para López Obrador, dicen que la tercera es la efectiva. Se mantuvo relajado y sereno, muy al margen de su virtual triunfo y su gran aceptación en las encuestas. Mencionó su cansada postura de que con terminar con la corrupción del país, se acaban todos los males de México (violencia, pobreza y desigualdad), poco explicó el cómo realizará eso. También regaló frases muy “pegadoras” para los próximos memes y raps: “Anaya y ‘Mit’ están empatados hasta abajo y creen que en un debate van a remontar”.
Pepe Toño Meade, mejor que en el primer debate pero menos frontal que en el segundo. Basó su tiempo en descalificar la jefatura de gobierno de Amlo en la Ciudad de México. Gastó sus intervenciones en cifras de la realidad nacional que nos hacían perder la idea central. Con el prestigio que tiene como Secretario de Hacienda, explicó en grandes términos como enfrentar las problemáticas nacionales, aunque sus referencias a programas asistencialistas no parecen destacadas. Un semblante de derrota, sin duda. Tuvo la oportunidad de atacar al joven político robotizado para colocarse en segundo lugar, pero no lo supo aprovechar. Quedó a deber. (Crónica de una muerte anunciada)
Ricardo Anaya mencionó que todas las personas tendrán dispositivos electrónicos en su sexenio. Al más puro estilo de regalar «espejitos». ¿Será acaso para distraerlos más?, ¿no será prioridad alimentos antes que un dispositivo?, ¿Aquellos mexicanos que duermen con hambre necesitan un móvil? Sin pena, ni vergüenza habló de la supuesta corrupción de AMLO y ninguna mención a las graves acusaciones en su contra. Volvió a mostrar sus cartulinas. Y cuando se le cuestionó sobre su aprobación al gasolinazo su expresión de nervios fue notoria, al no dejar hablar al tabasqueño, interrumpiéndolo varias veces y terminando con el tiempo del candidato que lo acusaba. Esto lo permitieron los modearadores, quiénes no controlaron al desenfrenado joven ruborizado.
Jaime Rodríguez “El Bronco” pasó sin gloria, ni pena en todos los debates. Fue dicharachero, jocoso y divertido, bien podría dedicarse, después de esto, a ser comediante, consejero familiar, pastor, líder de los profesores y/o asesor espiritual. Ya tiene bastante publicidad.
Los moderadores, todo el primer bloque sus preguntas eran interminables y poco puntuales, parecían largas disertaciones y, hasta a los candidatos les costaba entender cuál era la pregunta concreta. Después remontaron de manera muy satisfactoria. Un debate centrado en pobreza, educación y los grandes retos del país, pero nadie mencionó las carencias que sufren los niños indígenas en las diversas sierras del País.
Lo mejor del tercer y último debate, es precisamente eso, que fue el último… ¡Gracias a Dios!
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