Arena suelta: Sueña con la libertad y no permitas que la pesadilla de la prisión te acongoje.
Por: Tayde González Arias. Cuando no eres libre de estar en donde quieres y con quien deseas acompañarte, te conviertes en esa persona que vive más que atada, prisionera de un circunstancia, caso o persona en cuya voluntad asidua de ir y venir se conforma a lo que los demás digan o quieran y no nosotros mismos. Los lugares más incomodos son esos que limitan, el estado indeseable es ese en el que, aunque quieras no puedes ir, venir o estar.
Seguramente has escuchado de las prisiones más famosas existentes en el mundo, a todas ellas se les teme, y aunque la pretensión sea la readaptación social lo cierto es que sigue siendo ese sitio en el que nadie quiere estar, que nadie queremos pisar, debido a lo que conlleva el hecho de encontrarse ahí, es decir el delito, la falta inexorable del libre tránsito y el ejercicio de las libertades en general.
Lecumberri, cumplía con atemorizar con las historias que se contaban al respecto de lo que pasaba en su interior, otras como el altiplano ,las islas marías, o el penal del puente grande en jalisco son escuchadas y leídas porque en él se encuentran los temibles hombres en cuya conducta se ha supuesto el merecimiento de terminar con su libertad por el mal uso que se le dio, dejando a un lado aquellas historias en las que la justicia sigue siendo ciega, el hecho es que la prisión no es algo que se le pueda desear a ningún ser vivo sobre la tierra.
Evitemos en todas partes y frente a cualquier tiempo, ser prisioneros o aprisionar dejar poner barrotes o colocar barreras, especialmente en aquellas circunstancias en las que la justicia nos asista y la razón nos mande, no hay peor forma de vivir si no es nuestra vida propia, la que nos corresponde a cada uno decidir y si bien las cuestiones de la vida desafortunada te hacen o han hecho sentirte presa de alguien u otros, que esto no siga pasando, haz lo de que debes, huye, busca ayuda, confía en las instituciones de asistencia social y publica, debes dar a saber el abuso.
No es vida que seas víctima de explotación de ningún tipo que se traduce a ser prisionero de alguien más, es tan corta la vida que no hay lugar para los débiles, no eres débil diciéndole al profesor que alguien te pega, ni quejándote por un mal trato, ni es más o menos hombre o mujer si vamos al ministerio público y demandamos por golpes o violaciones, antes, al contrario, se es valiente y profundamente consiente de lo que es bueno y lo que es malo.
Siempre ha sido y seguirá siendo indeseable la prisión, por eso acaba con lo que te ate, destruye las barricadas que no te permiten ser, no eres más que nadie, pero tampoco menos, eres y somos exactamente iguales, en derecho y obligaciones. No debemos caer en excesos si no en la justa medianía, pues es en ella no hay cabida para el atropello, los golpes o los malos tratos, si no el amor el afecto y la cordura.
Ser hombres y mujeres libres, tiene un principio para sí y para los otros y es justamente el de no ser prisioneros de nadie ni atar a nadie. Si ahora mismo no eres feliz porque tienes que quedar bien, porque si no haces tal o cual cosa temes a la reacción violenta, porque al llegar a un sitio serás acreedor a un castigo por hacer tareas legales, es el momento de que no vuelvas, de que te expreses, seas escuchada o atendido como el hombre o la mujer que te mereces, solo por el hecho de haber venido solito al mundo y poder ganarte la vida de manera franca y bien habida, sueña con la libertad y no permitas que la pesadilla de la prisión te acongoje o te haga sentir miedo alguno. Conviértete en un poseedor de una bandera blanca que incite a la paz del mundo e interna, con un pensamiento muy claro en el que ser presa no es ni será nunca opción.