Arena suelta: Si quieres cosechar ciruelas debes plantar ciruelos, no pretendas del peral las manzanas, ni del naranjo limones
Por: Tayde González Arias. El aprendizaje es una constante entre los individuos de una sociedad, pues se aprende tanto del buen maestro como del malo, del primero tal vez ciencia y conocimiento puro y del segundo a no ser semejante, alejándonos de los vicios que pueden no agradar y acercarnos a las virtudes de la amabilidad, el buen trato y por supuesto la inigualable virtud de la inteligencia en el actuar profesional de la labor.
Al aprender adoptamos pautas de comportamiento benéficas que nos permiten una relación sana y optima con la sociedad, estas formas de expresar y ser nos caracterizan y hacen que los demás nos describan de tal o cual forma, con modales correctos con maneras amenas y con cualidades especificas del ser humano. Por supuesto que los vicios también existen y prevalecen en una sociedad equilibrada, sin embargo habrá que alejarnos lo más posible de ellos, pues estas formas de ser dificultan la estima de los otros para consigo, el respeto o la credibilidad. Encontramos conductas como disfrazar realidades o mentir, distorsionar la información, la falta de cuidado personal o los excesos de confianza, de limpieza, de sinceridad hasta caer en la imprudencia, que son ejemplo de lo que no es funcional, no es apto y nunca aplaudible.
El tema de la adopción es especial, como lo es el acto mismo de tomar un hijo ajeno como propio, si adoptemos las mejores formas y maneras como nuestras y vamos a crear un ambiente afable en donde se pueda vivir y convivir con agrado sin igual, no es difícil regirse en la honestidad sabiendo que nos asiste la verdad y con ella podríamos enfrentar cualquier cerrazón de la que nos quieran acusar.
Como hombres y mujeres libres tenemos la condición de aceptar o no lo que adoptamos, todo aquello que nos conviene, nos queda o va con nosotros, no puede combinar con nuestra personalidad la violencia, pues de espíritu somos nobles como humanos, y como tal hemos de formarnos en lo más dulce y suave que representan los valores de la tolerancia, el emprendimiento y la inclusión, hemos de mostrarnos como guías en la corta o larga vida que se nos preste para vivir, evitemos gastar el tiempo aprendiendo malos modos, si sabemos que las puertas se abren con modales adecuados, adoptemos lo mismo del pudiente la buena o mala administración que del más humilde su lucha y esfuerzo por salir avante, pero siempre hagamos nuestras las mejores conductas para que la vida nos sonría, de lo contrario lo que estaremos haciendo ha de ser cavar nuestra propia tumba.
Por fortuna tenemos mucho que aprender y hay muchos de quien hacerlo, por eso debemos ser observadores y capaces de identificar entre el bien y el mal y de lo bueno y lo malo tomar lo primero, hasta por inercia de ser más y de pertenecer al grupo selecto que empuja y no de quienes jalan al retroceso al crimen, la vanidad o algún otro vicio de los que la sociedad ya no soporta más.
Si adoptamos un nombre y una nacionalidad, ahora nos corresponde elegir el color con el que queramos ser identificados y el carácter honroso y honesto o el tramposo y nefasto. Vamos haciendo nuestra la solidaridad, la entrega y la alegría, alejándonos de la envida, el rencor o la cobardía, pues si bien el equilibrio es natural y para que existan ricos debe haber pobres, lo mejor siempre es que en la ecuanimidad y las proporciones se tenga para bien vivir, para subsistir y hacer por los otros lo que nos gustaría hicieran con uno mismo.
Si quieres cosechar ciruelas debes plantar ciruelos, no pretendas del peral las manzanas, ni del naranjo limones, pues de los buenos modos que adoptes ha de depender el resultado que obtengas en las tareas que emprendas y consigo mismo como con los demás se hará de un nombre y una reputación confiables, admirada y deseada o en su caso de todo lo contrario.