ARENA SUELTA, POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS: HARTAZGO
Las ocasiones en que cansada o cansado de la vida y de sus bemoles suele decir – ya no puedo seguir – se acabó-, – no vale la pena, hasta aquí- , o sencillamente creyendo que no hay una salida, alza la voz con todas las fuerzas que le permite su garganta, asegurando que ya fue suficiente y que el termino ha llegado por el hartazgo al que le facilitaron la llegada con cada acción gesto u omisión, por olvidar que estaba, o porque sabiendo que está, aun así le defraudaron, le sometieron, hicieron menos, ignoraron, o peor aún, violentaron una parte suya y por eso no ha tenido otro remedio que gritar ¡basta! .
Los vaivenes del baluarte de la vida, enfrentan situaciones en las que se llega a creer que ya no existe más posibilidad de reacción positiva, que ya no puede sonreír más ante tantas vejaciones, que no admiran su trabajo y que no les importa su persona, incluso su pareja o sus hijos, no le saben entender conforme a lo que merece y a lo mucho que les ha dado, y lo poco que de ellos recibe, considera que ha dado mucho y no ha recibido nada, y aunque decimos dar a cambio de nada, un gracias siempre le cae bien al cajero del alma y una sonrisa amable o un abrazo genera intereses en cualquier inversión de manera automática, del recuerdo mental, del pecho, y de la espalda, cuando en este acto los brazos y las palmas de las manos cubren el cuerpo completo, en un acto llamado abrazo.
Agobiados de la vida decimos tanto, y sentimos mucho, pero si la constante es el sufrimiento, la desestabilidad o una condición de desgracia, corramos de inmediato a tratarnos con profesionales en el tema, de lo contrario, vamos a pasarla al estilo de Juan de Dios Peza, riendo llorando, como el eterno Garrick al que a nada le encontraba “encanto ni atractivo” , siendo él mismo su receta, a su pesar. Este poema por ejemplo hace notar que la respuesta a nuestras necesidades de afecto se encuentran en nosotros mismos.
Diga -¡basta! – frente a las injusticias, y vea la forma de acabar con el mal acto o la mala práctica, si lo ha hecho, usted repare el daño, si lo hace alguien más con la ley en la mano denuncie, nunca lo hago con la violencia, pues el machete o el arma por más diestra o diestro que sea en su manejar, terminará comprometiéndole, los instrumentos de este tipo, sirven para atacar y usted no se convertirá en lo mismo que quien veja. Usted debe ir por algo más, la justicia, dará un trato idóneo y no se convertirá en juez, no le corresponde, los jueces están en los tribunales o según su fe en una dimensión distinta.
Diga basta frente al arbitrario, al o la que grite, o atente contra su cuerpo, abuse de un poder para amedrentar o no le deje vivir en libertad y en paz, recuerde que la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos, ordena a las autoridades a que se garantice que los ciudadanos vivamos libres de expresarnos, si le culpan de un delito, aún así tiene el derecho a recibir un trato digno, y recuerde que somos inocentes hasta que no nos demuestren lo contrario. No culpe a nadie sin tener la prueba del delito, ni señale, ni abuse de las redes sociales o de la posibilidad de usar un nombre o una imagen falsa, pues eso es de quien teme dar la cara, y son acciones que tarde o temprano traerán consigo un ¡basta! de alguien más.
Si deseamos respeto, debemos darlo, si amamos la vida, es necesario mostrarlo con buenas acciones, compartiendo del pan que hoy tenemos en casa, el agua que tenemos para beber o de las enseñanzas que la vida nos ha dado, y no nos limitemos a compartir algo nuestro, sólo con nuestras familias, también hagámoslo con los demás. En la medida que demos, recibiremos, y si damos abuso recibiremos un – hasta aquí-, más tarde que temprano, y si damos amor, cariño, y respeto tal vez no estaremos rodeamos de gente afable, pero sí sabrán los malogras, que con nosotros no tendrán tierra fértil, porque la gentileza repele la mala fe y cuando la persona se muestra de ésta manera, por añadidura y más tarde que temprano llegará la recompensa, de ser tratado en la misma forma.
No se deje del arbitrario, ni del mal servicio o el agresivo, diga – ¡basta!-, y actué al respecto, pues con la justa medianía, mejor retírese o abandone las filas del sitio que no le ha hecho sentir vivo. Pues el respeto y bienestar es vivir en libertad, y aquel o aquellos que atentan contra estas dos premisas fundamentales, también nos declaran la guerra, y nuestra caballería y artillería pesada, además de indiferencia deben ser el abandono, la denuncia y el castigo.