Arena suelta: Vamos a darnos un tiempo.
Por: Tayde González Arias. En la actualidad se vive en un mundo acelerado, la rapidez es la característica con la que en las grandes ciudades los citadinos deben abordar el transporte público y bajar de él, comer sin digerir para incorporarse a las labores cuanto antes, lo mismo que salir o llegar a la casa con paso apresurado y sin detenerse a disfrutar de los placeres que la vida tiene para vivir a plenitud, con gozo y disfrute.
Se disfruta cuando se detiene, cuando se da el momento para saborear, contemplar y digerir lo que la vida nos va dando o nos pone sobre una mesa perfectamente servida en vajilla de plata, o la caída de la tarde, lo mismo que la fresca lluvia, la capsaicina de la salsa, y el olor a la tierra mojada.
Sucede que de pronto entre tanto apuro solo por accidente llega ese olor que te gusta y te esperas a identificar con precisión para saber de qué se trata, lo mismo que el momento especial en los que se eriza la piel, te sonrojas o muestras con suspiro lo agradable del momento en el clima, la compañía o el lugar que más te gusta.
Nos privamos de placeres gratuitos cuando por ir corriendo y a toda prisa es más sencillo poder tropezar, que esperarnos a apreciar las bellezas con las que contamos, las personas que nos rodean con sus gestos, muecas y acciones de bondad. Olvidamos lo bueno continuamente y cuando recibimos un piropo lo hacemos con extrañeza a pesar de vernos continuamente en el espejo y procurar bellas o bellos con el mejor traje o vestido, el mejor maquillaje o todo lo que nos mejore el aspecto, casi siempre pensando más para los demás que para nosotros mismos.
Si queremos recibir cumplidos, vamos siendo portadores de los mismos, si por el apuro del llegar a tiempo tienes que arriesgar la vida, pregúntate ¿Qué es lo que más valoras?, toma tus precauciones… – decía hoy un amigo – llegue tarde porque se me descompuso el auto – y le preguntaba, si antes ya se había descompuesto, a lo que me contestó – en varias ocasiones- de modo que si sabe que tiene un auto que no funciona en condiciones óptimas, habrá que tomar el tiempo necesario, ser previsor y evitar volver tener que poner como pretexto el auto descompuesto.
La administración del tiempo es necesaria e imperante para lograr el orden de una agenda ligera o apretada que realmente se quiera cumplir, en la que se evitara correr y con las prisas exponerse a los imprevistos que pudieran surgir. Detenernos a checar las llantas del auto antes de salir a la carretera da un margen que nos aleja de accidentes por los neumáticos, si tomamos el tiempo para evitar irnos en el taxi, el colectivo o el autobús que ya no tiene cupo, permitirá que esperemos el siguiente y asegurar ir cómodos y sin premura. Hay cosas que deben atenderse de inmediato, pero incluso esas pueden ser mejor llevadas si se tiene bien medido el tiempo de su ejecución.
No se trata de caer en la holgazanería, pero tampoco de vivir constantemente en la prisa, no es que se invite llevar el ritmo el oso perezoso, pero tampoco de estar brincado cual pulga en petate. Es más que otra cosa, el de proveer y estar dispuestos a darles valor a cada tema, persona o cosa para generar una mejor comunicación, tener un mayor entendimiento y conectarnos con todo cuanto nos rodea y que también es parte de nosotros. Seamos pues en adelante mujeres y hombres que se puedan dar lujo de ir de pie o sentado para llegar al trabajo, ir a buen paso para evitar corajes al volante como cuando se va de prisa, o sencillamente se evite el mal sabor de boca que llega cuando por salir a las prisas olvido algo que necesitaba.
Cada que amanece hay una lista que atender, mida sus tiempos para su mejor aprovechamiento, si salen temas repentinos que no estaban programados reajuste, no olvide nunca la hora de la comida, como el descanso y el aseo, pues de estos lapsos de tiempo ha de depender el bienestar personal, tampoco olvide los minutos completos para la familia y el ser amado. Le propongo que con calma regale el beso que ha llegado a dar de prisa y vera como el cuerpo responde mejor, le invito querido lector a que se siga también dando el tiempo de leer las próximas entregas de esta columna en la que para que llegara a usted, he entregado 60 minutos en su realización que solo podrán ser pagados si aportaran un respiro de razón a su alma y corazón.