Arena suelta: Celebremos a los muertos, sin olvidarnos de los vivos.
Por Tayde González Arias. Las fiestas en nuestros pueblos son esperadas a ellas asisten los pobladores, los visitantes y los que se fueron a vivir y trabajar a otros lados y regresan para disfrutar de las tradiciones y costumbres, en muchos casos hay paisanos que van y laboran todo un año para el próximo venir a ver la corrida de toros, el castillo, o los desfiles que hacen por las calles pavimentadas, en tierra o empedradas los alumnos, los encargados de las fiestas y las autoridades, lo importante es asistir y llenarse de vida con el sonido de la música que siempre nos dice que el año que viene se podrá poner mejor la celebración.
De entre tantas celebraciones se recuerdan de la antigüedad desde el juego de pelota, o los sacrificios cuya respeto a los dioses se recreaba en la invocación de vida y fertilidad entre otros pedimentos que se llegaban a hacer. Al llegar los españoles las fiestas se seguían realizando con un culto cristiano verdaderamente asombroso, mismos que aún se llevan a cabo por lo largo y ancho del país, en los que los elementos que representan la vida y la muerte o la luz y la sombra son evidentes en los colores morado, naranja, o blanco negro por mencionar, estos festejos se vuelven verdaderos eventos en los que se dan de manera natural importantes derramas económicas, de ahí que una cosas lleve a otra y que aunque no se deba perder la esencia de la celebración o fiesta religiosa con ella o entorno a esta se encuentran también otras acciones y condiciones dignas de ser mencionadas y aprovechadas.
En cada una de las entidades podemos localizar en el calendario una fecha en las que el los pobladores, propios y extraños se encuentran en la alegría y el regocijo, una de las más grande es la de los lunes del cerro o conocida internacionalmente como la Guelaguetza, evento que sucede en el estado de Oaxaca y que reúne a los más de 500 municipios con los que se integra unidos y representados en sus regiones. Las ferias de San Marcos en Aguascalientes o La Caballo en Texcoco son por mucho algunas de las más rentables, pues dicho sea de paso en los municipios pequeños invertir en una cartelera que haga atractiva la asistencia social requiere además de patrocinadores, y creatividad la inyección de recursos públicos, de tal suerte que la satisfacción de los visitantes esté garantizada.
De entre los grandes festejos que México, hay uno que merece mención aparte y se trata del día de muertos, lo es porque forma parte de un culto a los fieles difuntos, a quienes ya no están o se adelantaron dejando esta vida, este mundo y este tiempo, merece la pena su celebración porque nos dieron vida, porque nos ofrecieron su tiempo y su espacio, nos vimos en sus ojos del cuerpo y el alma en
muchas veces fueron paño de lágrimas y entrañables amigos, si bien es cierto que debemos dejar ir a los que ya no están, una manera de honrarles es con fe colocar los elementos de la comida que más les gustaba, el deporte o actividad que mucho disfrutaban y encaminarles con los elementos suficientes al eterno descanso.
Nadie ha muerto y ha regresado de este eterno descanso, pero no es necesario hacerlo cuando de fe se trata, aplaudamos a quienes en la fe depositan la confianza y en el trabajo arduo y empeño diario hacen lo necesario por tener lo que desean. Vale la pena hacer fiesta por los que viven y también por los que han muerto, pues si estuvieron y se recuerdan viven y si eso nos hace sentir bien entonces es correcto seguir haciendo altares y ofrendas. Cada país celebra de distinta manera sus memorables fechas pero aprovechar la singularidad con la que los mexicanos lo hacemos y proteger estas manifestaciones abona al patriotismo, la hermandad y la buena vida.
Respetemos a los vivos en las grandes fiestas, con respeto, responsabilidad y sin excesos, y a los muertos venerémosles con el ejemplo siendo la imagen de lo mejor que quisieron ver de nosotros, también siendo verdaderos humanos apoyemos a los que se quedaron solos, pues tras la desgracia fechas como el día de muertos, la navidad o el año nuevo suelen ser también tiempos en los que muchos ocupan un abrazo amigo, una compañía constante, el cobijo y el regocijo de alguien más. No olvidemos las fechas importantes, ni dejemos de festejar en lo posible con nosotros y los demás el diario vivir haber nacido, o despertado este día, en el que se colocó el sol con su radiante luz, la luna con la asombrosa figura y las estrellas con su bello resplandor, pues el festejo más que merecido es propio si de vivir se trata.