Arena suelta. Abrazar la buena vida!
Por: Tayde González Arias. El abrazo es el nombre masculino en su definición que recibe el acto de rodear con los brazos como muestra de afecto, es una acción que de una manera cotidiana puede verse entre la comuna, entre la familia y cobra valor únicamente si se estrecha con cariño y felicidad, de lo contrario únicamente estaríamos hablando de un movimiento sin fondo ni emoción.
Se abraza en tiempos especiales, cuando se saluda a quien se estima o se respeta, se hace cuando tenemos mucho sin ver al ser querido y a manera de reciprocidad y juego con la mirada brillante, con la sonrisa o la carcajada se termina la efusiva expresión de emociones justamente cerrando los ojos y estando cerca del ser que recién vemos.
Existen aquellos abrazos que son ejemplares; los que permiten sentir los latidos del corazón del o la que se estrecha, los que hacen sentir fundirse uno al otro como acto de amor sincero, y de interés y entrega total. Los hay también aquellos que se tienen que dar por protocolo, por quedar bien, porque deben ser parte de la política en pleno, esos que no valen más que verlos y darte cuenta de lo falso y desagradable, del desapego y falta de afecto, esos que sin duda no deberían existir y mejor jamás darse.
Para recibir un abrazo debemos estar prestos y dispuestos porque es un acto de voluntad que además acerca en todos sentidos, estará usted de acuerdo en que no es lo mismo abrazar a un niño que aun adulto. Sucedió un caso en el que al entregar un reconocimiento a un niño que usaba boina y darle un abrazo, escuche tronar hasta la boina, debido a la falta de maldad, a la entrega, a lo sano de quien es receptor de este acto de cariño, cosa que muchos vamos perdiendo al ir dejándonos ser presas del estrés, del cansancio o del mal genio.
Una de las practicas que más deberíamos de repetir es la del abrazo sin duda, para extrañarnos más y para acercarnos otro tanto, para sentirnos unos o los otros y a la vez brindar calor y apoyo. Pues si alguna vez se siente en soledad, si cree que no hay nadie cerca que le entienda o le comprenda busque el abrazo de una amistad del amigo viejo o el que acaba de llegar y sentirá lo confortable que es intercambiar calor humano.
Además de los brazos procure abrazar la buena vida, a más de la presión pecho a pecho aférrese a vivir en la felicidad, aparte de la constricción, haga que dure en usted el calor de la serenidad del amor propio y de la calidez humana, consiéntase de vez en vez (entre más lo haga mejor) abrazándose a usted misma o mismo y guardándose en un ser amoroso para sí y los demás y practicando personalmente y cuanto sea posible los otros, el más profundo afecto entregado al abrir más que sus extremidades a la vida, su alma.