TAYDE GONZÁLEZ ARIAS. ARENA SUELTA : “HICE CAMPAÑA CON USTED, PERO VOTÉ POR EL OTRO CANDIDATO”
Cada partido político, cada candidato, e incluso cada representante popular o líder social, cuenta con sus armas, herramientas o formas de hacerse de más feligreses, seguidores o miembros. De modo que los dispendios, el discurso persuasivo, o todo aquello que haga que cuenten con más personas a su lado sea posible, y con ello demostrar un liderazgo o poderío en su área, de tal suerte que las ideas o cosas que defienden se vean cobijadas por todas estas almas.
Los gobiernos de todos los niveles, tienen sus detractores, pero sobre todo sus aliados, en especial estos últimos son sus empleados, que de manera honesta son la base de las ideas y puestas en marcha de las políticas que ejecutan, aunque sobre todo están aquellas y aquellos que ensalzados en el título de ser de confianza son obligados a seguir a pie juntillas cada determinación que toma el jefe y la orden que les da su empleador.
Se esperaría que cada uno tomáramos nuestras propias decisiones, pero debido a las condiciones de precariedades que vivimos cada uno a la falta de oportunidades bien pagadas, o redituables, a muy pocos les interesan los escrúpulos y les resulta más fácil vender la estabilidad laboral por sus ideas, convirtiéndose en meros borregos, cuyas únicas indicaciones que reciben y acatan son las del pastor, que bien convendría este guía fuera una persona y no un perro, pero que en muchas ocasiones se trata de lo último.
Es necesario hacer equipo, pero es más importante contar con integrantes en nuestro más cercano circulo de personas pensantes y libres, que expresen lo que piensan y creen, de tal suerte que sus aportaciones enriquecen los resultados que se obtengan tarde o temprano, pues las focas que aplauden y no aportan se vuelven meros bultos cuyas ideas nulas abonan a un ego y soberbia personal que impedirán la crítica y el análisis
Es muy grave hacer que la gente, te quiera o que aplauda sin que esos afectos salgan de forma honesta y espontanea, pues forzar las cosas, y más las emociones tienen un claro resultado casi siempre de desprecio y contraproducente.
La lealtad tan escasa en estos tiempos, y tan importante en la vida de las personas es básica para un líder como los que hemos mencionado más arriba, y la única manera de lograrlo es dando el valor que cada uno tiene, no demeritando, y menos impidiendo que las ideas o pensamiento salga de cada persona, y ello permita que todas y todos nos escuchemos y seamos parte de un proyecto que seguramente será brillante, pues dos cabezas piensan más que una, y cuatro ojos ven más que dos.
Tiene mucho tiempo que no tenemos líderes de cepa, de esos que sí merezca seguir, (con sus salvedades), sin titubear, pero también son pocas las personas que merecen ser de confianza, o de qué sirve mantener a gente a nuestro costado si a nuestra espalda no solo habla mal, si no que hacen campaña contigo, pero votan por el otro candidato.
Los más grandes intereses deben ser las libertades; las sociales y las personales, y debe privilegiarse y premiarse a las mentes más brillantes con el propósito de que los equipos brillen por sus ideas y no por la necedad.